PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Fue descrita por primera vez por James Parkinson, un médico y paleontólogo inglés que en 1987 escribió el libro titulado “Ensayo sobre la parálisis agitante”, basándose en sus propios pacientes. Fue Jean Martin Charcot quien le dio el nombre de Parkinson a la enfermedad, en honor a su descubridor.

Es una enfermedad del sistema nervioso central, que se produce debido a una degeneración crónica y progresiva de las estructuras cerebrales de una zona del cerebro llamada sustancia negra encargadas de la coordinación del movimiento, el equilibrio, el mantenimiento del tono muscular y la postura. La degeneración de dicha zona provoca la disminución de la dopamina, con la consiguiente afectación de las zonas cerebrales encargadas del control del movimiento.

Se desconoce cuál es la causa o las causas que producen la enfermedad. Sin embargo, existen estudios que hablan del origen ambiental de la enfermedad; asimismo se conocen factores genéticos implicados en su aparición. Existen casos de parkinsonismo inducido por traumatismos, drogodependencias y el abuso de medicamentos.

La enfermedad de Parkinson tiene cuatro síntomas característicos: hipocinesia (enlentecimiento del movimiento), rigidez , temblor en reposo y alteración de los reflejos posturales que repercuten en el mantenimiento del equilibrio.

+ Trastornos del sueño.
+ Dolores de tipo muscular o articular.
+ Fatiga, cansancio crónico.
+ Estreñimiento.
+ Falta de control de la orina.
+ Problemas sexuales.
+ Trastornos depresivos y aislamiento social.
+ Sudoración excesiva y crisis de seborrea.
+ Trastornos respiratorios.
+ Trastornos de la deglución.
+ Trastornos oculares.

Aunque es una enfermedad progresiva, con la medicación antiparkinsoniana adecuada a cada caso y las terapias de rehabilitación complementarias, se puede frenar razonablemente el ritmo de avance (velocidad) y la intensidad (molestias) de los síntomas.

Afecta a 1 de cada 1000 personas en todo el mundo (si bien algunos estudios sugieren que la prevalencia real podría duplicar estas cifras, llegando hasta 180- 200 pacientes por cada 100.000 habitantes). Actualmente, se estima que en España puede haber unos 150.000 afectados, y esta cifra llega a ser de más de seis millones de personas en todo el mundo.

Hohen y Yhar establecieron cinco niveles (“estadios”) clásicos de esta enfermedad. Sin embargo debemos decir que no todos los enfermos evolucionarán hasta los últimos niveles:

+ Estadío 1: síntomas leves, afectan sólo a una mitad del cuerpo.

+ Estadío 2: síntomas ya bilaterales, sin trastorno del equilibrio.

+ Estadío 3: inestabilidad postural, síntomas notables, pero el paciente es físicamente independiente.

+ Estadío 4: incapacidad grave, aunque el paciente aún puede llegar a andar o estar de pie sin ayuda.

+ Estadío 5: necesita ayuda para todo. Pasa el tiempo sentado o en la cama.

El Parkinson y los Parkinsonismos son enfermedades que presentan rasgos parecidos a la enfermedad de Parkinson, sin embargo existen algunas diferencias en su evolución y en sus síntomas. Hay Parkinsonismo provocado por ciertos medicamentos (Parkinsonismo secundario), cuyos efectos desaparecen con el cambio o supresión de dichos medicamentos. En general, el Parkinson y los Parkinsonismos se diferencian en que, en los Parkinsonismos, además de la sustancia negra, se detectan otras áreas del cerebro afectadas, suelen responder peor a los medicamentos L-Dopa, la evolución es más rápida que en el Parkinson típico, pueden presentar un mayor riesgo de deterioro físico y mental y en ellos predomina la acinesia intensa con escaso temblor.

Las personas afectadas por Parkinson tratadas con levodopa (L-Dopa) suelen padecer, como efectos secundarios de la medicación, fluctuaciones en su estado durante el día. Son los fenómenos “ON/OFF”, que se corresponden respectivamente con fases de conexión y de desconexión a la levodopa. Se considera que el paciente está en una fase ON cuando tiene un control satisfactorio de los síntomas parkinsonianos y es posible una actividad motora normal. Las fases OFF se asocian con la reaparición de los síntomas de la enfermedad y con una función motora alterada. El objetivo del tratamiento actual es aumentar la fase ON en el paciente.

Hasta el momento sólo se dispone de tratamientos sintomáticos, la mayoría de los cuáles tienen como objetivo prioritario ayudar a mejorar la acción de la dopamina o potenciar su formación en el cerebro. La levodopa (L-Dopa) es, hasta ahora, el fármaco más eficaz.

La administración de este fármaco favorece una mejoría clínica en los pacientes, actuando eficazmente sobre la acinesia y los trastornos posturales. La levodopa se transforma en dopamina en los ganglios basales, aumentando los niveles de este neurotransmisor deficitario.

Tras varios años de tratamiento, entre tres y cinco aproximadamente, la levodopa va perdiendo efectividad y se empieza a asociar con importantes efectos adversos, entre otros, con los fenómenos “ON/OFF”.

Sí, es bastante frecuente. En un 40% de los casos se diagnostica junto al Parkinson. Con la evolución de la enfermedad, un 80% de los enfermos padecerá depresión. La depresión viene ocasionada, bien por el propio rechazo de la propia enfermedad, o bien por los efectos secundarios de la medicación antiparkisoniana. El apoyo de un profesional le puede ayudar a superarlo.

No existe cura para esta enfermedad; sin embargo, diferentes recursos médicos y no médicos pueden paliar y ralentizar la evolución de la enfermedad.

En su mayoría es de origen desconocido. Muchos investigadores creen que en la mayor parte de los casos la enfermedad es producida por una combinación de factores, como el envejecimiento, y factores genéticos y ambientales.

Son las asociaciones de Parkinson de toda España las que han asumido el importante papel de cubrir este tipo de necesidades, por lo que son ellas las que ofrecen una serie de terapias siempre importantísimas como complemento a la medicación, así como información, formación y orientación sobre la enfermedad.